Conocer ejemplos prácticos sobre lo que distintas empresas están avanzando en el impulso de las buenas prácticas y la adecuada gestión de los recursos naturales suele ser una fórmula realmente exitosa para que otros se sumen a esta tendencia. En el caso de la sesión dedicada a las «Experiencias empresariales hacia un crecimiento sostenible», esto no fue una excepción. Resultó muy ilustrativa tanto para los asistentes como para los ponentes, que escucharon a responsables de empresas de distintos sectores de actividad los proyectos que han situado a sus respectivas organizaciones a la vanguardia de la gestión del capital natural en España y fuera de nuestras fronteras.
Amanda del Río, directora de Proyectos de Fundación Global Nature, actuó de moderadora en una de las jornadas del segundo día del Natural Capital Summit que contó con un mayor número de ponentes. Estos fueron: Joham Lammerant, experto en Capital Natural y Biodiversidad de Arcadis, Raúl Pérez, director Industrial de LafargeHolcim España, Clara Rovira, responsable de Biodiversidad de Suez España, Ana Gascón, directora de Responsabilidad Corporativa de Coca-Cola Iberia, Laura Barreiro, Sustainability and Stakeholder Engagement Europe de Asia Pulp & Paper Group y Lili Pechey, economista ambiental asociada de Aecom.
Debido al interés y al elevado número de ponencias, en la presente noticia recogemos el resumen de las tres primeras y en este otro enlace encontrarás la información de los otros tres ejemplos empresariales compartidos.
Así, Johan Lammerant se detuvo en explicar de qué manera aborda la biodiversidad el Protocolo del Capital Natural, un marco estandarizado para facilitar a las empresas la medición y valoración de sus impactos y dependencias del capital natural que fue presentado el día anterior en el evento por Mark Gough, director ejecutivo de la Natural Capital Coalition, y dos ejemplos empresariales prácticos sobre la relación entre la buena gestión del capital natural y los beneficios empresariales, sociales y ambientales. En concreto, detalló los casos de Sygenta y Friesland Campina
En cuanto al Protocolo, comenzó su exposición recordando que este marco refleja tanto los impactos directos como los indirectos de las empresas en la biodiversidad, en lugar de superficialmente, y que se vale de referencias como, por ejemplo, la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para medir los cambios en la diversidad biológica. Asimismo, da a conocer el «valor intrínseco de la biodiversidad», y tiene en cuenta la jerarquía de mitigación y la No Pérdida Neta, conceptos que en ocasiones son aplicados por las empresas.
El Protocolo del Capital Natural reconoce que, «comparados con otras interacciones de las compañías con el capital natural (por ejemplo, emisiones a la atmósfera o el uso de agua fresca), los impactos y dependencias de los negocios en la biodiversidad resultan a menudo difíciles de medir y valorar sistemáticamente con un solo indicador o medida que capture todas las dimensiones de la biodiversidad». Por este motivo, «es clave definir los indicadores adecuados en materia de biodiversidad», incidió Lammerant, quien también hizo hincapié en que, por lo general, «las empresas tienen dificultades para incorporar la biodiversidad en sus estrategias porque no es su ámbito de conocimiento».
A continuación, reparó en el Good Growth Plan Commitments on Biodiversity (GGP) de Sygenta, empresa que emplea fitosanitarios en sus cultivos, lo que conlleva el uso de bandas de seguridad. Las medidas aplicadas en el marco de este plan han registrado unos resultados muy positivos y beneficiosos tanto para la diversidad biológica como para el capital natural. En este sentido, citó como ejemplo el incremento en un 20 % de la productividad de los principales cultivos sin necesidad de utilizar más superficie de tierra, agua o insumos, así como el aumento de la fertilidad de 10 millones de hectáreas de tierra agrícola que estaban al borde de la degradación o el impulso de la biodiversidad agrícola en cinco millones de hectáreas de tierra cultivable.
Algunos de los beneficios económicos y sociales alcanzados por Sygenta con su GGP gracias a una adecuada gestión del capital natural han consistido en el empoderamiento de 20 millones de pequeños agricultores, la capacitación de 20 millones de trabajadores agrícolas en materia de seguridad laboral, sobre todo en países en desarrollo y el impulso de condiciones laborales justas fundamentalmente en las cadenas de suministro.
Por su parte, el proyecto desarrollado para Friesland Campina consistió en comprender los impactos que las actividades de la empresa tienen sobre la biodiversidad. Según adelantó Lammermat, uno de los pilares sobre los que se sustenta la política de RSE de la firma son las prácticas lecheras sostenibles. La biodiversidad es un aspecto clave de este pilar y se traduce en tres objetivos estratégicos: en primer lugar, cuidar el paisaje y la naturaleza; lograr un 100 % de soja sostenible a partir de 2015 y, por último, mejorar el equilibrio de los minerales.
Friesland Campina ha desarrollado una estrategia y una metodología para medir y reducir los impactos sobre la diversidad biológica. Para lograr esto, ha resultado determinante la gestión de los distintos factores de presión, así como las medidas de No Pérdida Neta y el desarrollo de modelos de negocio atractivos para los agricultores que participaban en esta iniciativa. El objetivo fue medir el grado de cumplimiento de nueve pasos y cuatro principios del Protocolo del Capital Natural e identificar posibilidades de mejora futuras. Y, entre los resultados logrados, destacó la consecución de un enfoque muy sólido, con un buen equilibrio entre pragmatismo y solidez científica y muy en línea con el Protocolo del Capital Natural.
Asimismo, algunas de las recomendaciones derivadas de esta experiencia son: la necesidad de ser más explícitos en materia de toma de decisiones relacionadas con la No Pérdida Neta y de definir mejor las distintas partes interesadas; el amplio análisis de materialidad de la compañía podría refinarse más para la biodiversidad y podría reforzarse el marco para clarificar los vínculos entre el estado de las presiones, los impactos y una terminología consistente.
Raúl Pérez, director industrial de LafargeHolcim, compartió con el auditorio el proyecto de restauración ecológica llevado a cabo en la cantera que la cementera tiene en Yepes-Ciruelos (Toledo), «cuyos beneficios ambientales superan los 356 000 euros al año». Esta es la principal conclusión derivada del estudio elaborado por Ecoacsa Reserva de Biodiversidad para analizar los servicios ecosistémicos de la rehabilitación de la cantera, el beneficio social y ambiental generado por este proyecto, los recursos ambientales que alberga y valorarlos en términos económicos acumulados.
Según Pérez, el compromiso de su entidad a escala de cantera es que «la biodiversidad sea mejor de lo que estaba una vez concluya la explotación de la cantera».
LafargeHolcim opera en más de 1000 canteras en las que existen ecosistemas muy variados. Para 2030, tiene el propósito de lograr un impacto neto positivo global. En cuanto al proyecto específico realizado en la cantera de Yepes-Ciruelos, surgió con cuatro objetivos claros: «identificar los servicios de los ecosistemas y sus beneficiarios; capturar y calcular su valor económico; poner en valor los beneficios sociales, económicos y ambientales del proceso de rehabilitación, desde el enfoque de los servicios de los ecosistemas y comprender, comunicar y trasladar la importancia ecológica, económica y social de la restauración ecológica en el contexto del paisaje, concretó el máximo responsable industrial de la compañía española.
En el primer paso, con el apoyo de los expertos de Ecoacsa, se detectaron distintos recursos ambientales (hábitats, especies vegetales y animales, cultivos, plantas aromáticas, setas, especies vegetales y animales amenazadas, abejas, especies cinegéticas, suelo), así como y servicios ambientales (polinización, fertilidad suelo, control biológico, regulación climática, conocimiento científico, disfrute estético, identidad cultural…). A continuación, se clasificaron los servicios ambientales (abastecimiento—alimentación—); regulación y mantenimiento (polinización, fertilidad suelo…); culturales (conocimiento científico conservación especies amenazadas, disfrute estético-deportivo…) y las metodologías de valoración (valor de «uso» y de «no uso»; preferencias declaradas y preferencias reveladas; precios de mercado; traslado de valor por coste de viaje…).
Por último, se llevó a cabo la valoración económica y un análisis coste-beneficio de la inversión y gastos de restauración de la empresa en servicios ecosistémicos. De dicho análisis se concluyó que «los servicios ecosistémicos de la cantera generan un valor económico de 540 euros anuales por cada hectárea de terreno rehabilitado. Asimismo, desde el punto de vista social, más de 13 000 personas disfrutan directa o indirectamente cada año de los beneficios derivados de la rehabilitación», apuntó Raúl Pérez.
Desde 2011, LagargeHolcim ha invertido más de 581 000 € en la restauración de la cantera toledana, alrededor de 116 000 € al año, lo que sitúa a la compañía como referente en innovación para la conservación del entorno y la consecución de un impacto neto positivo de su actividad minera.
En el marco de las inversiones realizadas en la cantera, se ha creado un centro de educación ambiental bioclimático, alimentado energéticamente gracias a fuentes renovables, donde más de 2000 niños hacen actividades a lo largo del año. Asimismo, se han introducido colmenas de las que se obtiene miel y alimento para abejarucos, y especies de fauna como búhos, iniciativa coordinada de la mano de la ONG Brinzal y también en colaboración con la Fundación Fire, incidió Raúl Pérez al final de su ponencia.
Clara Rovira, responsable de Biodiversidad de Suez España, realizó una presentación muy detallada sobre cómo se incorpora la biodiversidad en los modelos de negocio, «para lo que hay que empezar por incorporar el valor de negocio de la biodiversidad», apuntó. Para ilustrar a los asistentes acerca de esto, se valió del ejemplos desarrollados por su compañía en el desarrollo de infraestructura verde que han servido «como oportunidades para la innovación».
Así, mencionó que las instalaciones del ciclo del agua pueden contribuir al desarrollo de estructura verde, para lo que deben gestionar los efectos que tienen en la biodiversidad con aquellos aspectos que contribuyan a mejorar dicha diversidad biológica. Esto es, deben tener en cuenta la protección de los recursos y ambientes naturales, la producción de agua para consumo humano, el limpiado de aguas residuales y una gestión efectiva de la red de la infraestructura, entre otros.
Según la experta, la evolución seguida por las infraestructuras del ciclo artificial del agua ha ido desde el desarrollo de infraestructuras tradicionales «a otra nueva visión con elementos de biodiversidad que mejoran los servicios ambientales como eliminación de la contaminación o mitigación de las inundaciones».
Adicionalmente, explicó que tanto la conocida como infraestructura verde como la infraestructura azul están despertando cada vez un mayor interés y empleó para profundizar en este asunto varias experiencias de renaturalización llevadas a cabo en ciudades mediante la demostración e implementación de soluciones basadas en la naturaleza.
Algunos de estos ejemplos son el entorno de La Marjal, en Alicante, un parque urbano diseñado específicamente para evitar inundaciones, o el proyecto ZHART, desarrollado en Francia durante 28 meses, que ha implicado la construcción de humedales mediante técnicas innovadoras basadas en la naturaleza para el procesamiento de micro contaminantes (disruptores endocrinos, residuos de medicamentos, sustancias peligrosas, etc.). Este tipo de proyectos resulta en beneficio no solo en términos económicos, «sino fundamentalmente para el entorno», subrayó Rovira.
Otra iniciativa mostrada fue la de los humedales construidos en el Delta del Ebro, en zonas de elevada sensibilidad, que actúan de humedales artificiales de depuración y que, más allá del tratamiento de las aguas de los arrozales, han tenido como eje vertebrador la conservación de la biodiversidad.
En cuanto a las referencias de infraestructura azul, la experta en Biodiversidad de Suez España enumeró varios proyectos llevados a cabo en aguas costeras, como TypoDock, consistente en el desarrollo de un método para medir el nivel de las presiones y la compatibilidad biológica de los muelles de acción para fortalecimiento de la función vivero de los puertos, y la iniciativa Cystore. Esta fue lanzada en 2012 y tiene por objeto el establecimiento de métodos para trasplantar algas del género Cystoseira de forma lo suficientemente viable para su uso como restauración ecológica y herramienta de mejora.
Para concluir, Rovira incidió en que los desafíos que enfrentan tanto las infraestructuras verdes como las azules son, entre otros, en el caso de las infraestructuras multifuncionales, desarrollar una adecuada gestión multicriterio, que involucre equipos multidisciplinares (biólogos, ingenieros, ecologistas…), en los que la gobernanza sea reconsiderada.
Además, la valoración rigurosa de los beneficios sociales, económicos y ambientales de estas soluciones pasa por el empleo de nuevas herramientas de evaluación (SROI, ESS, Protocolo del Capital Natural…). Y debe reconocerse que no existe una solución estándar, sino que cada caso requerirá la adaptación a sus particularidades locales y que han de realizarse mediciones no solo de los costes y beneficios, sino también los sociales y ambientales. Para acabar, la respuesta compleja de los ecosistemas demandará en algunas circunstancias mayor seguimiento e investigación.