El capital natural: un enfoque integral de nuestra relación con la naturaleza

El capital natural: un enfoque integral de nuestra relación con la naturaleza

Desde que pusimos en marcha la aventura de Ecoacsa, he tenido la inmensa suerte de conocer y disfrutar más a fondo, desde distintos prismas y junto a profesionales de muy diverso perfil una de mis «debilidades» más arraigadas: mi pasión por el entorno natural.

2016_06_15_El capital natural_un enfoque integral de nuestra relacion con la naturalezaContribuir a su conservación mediante el desarrollo de soluciones innovadoras, efectivas, realistas y participativas fue el principal motivo que nos condujo a constituir nuestra empresa. Desde entonces, las enseñanzas obtenidas, las experiencias vividas y los proyectos en los que hemos participado no han hecho más que confirmar que cualquier decisión, iniciativa o inversión de cualquier empresa y a cualquier escala debe ser fruto de un enfoque integral que tenga en cuenta no solo los aspectos económicos, sino también los sociales y medioambientales. ¿A qué me refiero con esto? A algo aparentemente lógico, pero cuya obviedad no es tan clara para un porcentaje aún bastante representativo de nuestra sociedad.

Me explico. A nadie se le escapa el hecho de que cada una de las decisiones que tomamos en nuestro día a día (desde las más sencillas —qué desayunar o qué medio de transporte utilizar para ir a una reunión— hasta las más complejas, por ejemplo, ¿a qué acciones dedicaremos el presupuesto de nuestra empresa el año que viene?) tienen sus consecuencias. Pero lo que muchos aún no se plantean es que tenemos la posibilidad de elegir entre una u otra alternativa gracias a la generosidad de los servicios de los ecosistemas y la biodiversidad. Y tampoco le dan una pensada al alcance que pueden tener esas elecciones.

Pues bien, conocer la magnitud de las posibles consecuencias de los pasos que decidimos dar en nuestra vida es «la madre del cordero» que permitirá formular adecuadamente el cambio de paradigma que requiere el planeta para seguir subsistiendo. Y es que nuestro modelo de desarrollo económico nos ha conducido a beneficiarnos del capital natural a manos llenas sin compensar de manera proporcional el coste provocado por su deterioro y detrimento.

En parte, esto es así porque la prosperidad y el progreso de las sociedades se ha venido midiendo en función del PIB, una métrica importante que mide los bienes y servicios producidos por los países y nos ofrece información sobre una parte del rendimiento económico de las naciones: el beneficio neto. Sin embargo, no nos dice nada acerca de la riqueza y los activos que subyacen en dicho beneficio. Por ejemplo, cuando un país explota sus minerales, sus reservas hídricas y pesqueras y sus bosques en realidad está agotando su riqueza. La disminución de estos recursos es invisible para el PIB y, por lo tanto, no son medidos ni valorados.

Esta misma circunstancia es extrapolable al sector empresarial. Las empresas y sus cadenas de suministro son los principales beneficiarios de todos los servicios que la naturaleza nos provee gratuitamente y las principales causantes de su degradación y pérdida. Sin embargo, en sus contabilidades ordinarias no incorporan indicadores sobre los impactos (directos e indirectos) y dependencias que tienen del capital natural.

Desde hace unos años, algunas organizaciones han dedicado esfuerzos a poner en valor la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, a hacer visible el capital natural y a impulsar la conciencia sobre la necesidad de que sea incorporado en las políticas a escala internacional, nacional y local, así como de las administraciones públicas y el sector empresarial.

Integrar el capital natural en los procesos de decisión permite identificar, cuantificar y valorar las afecciones que las actividades del desarrollo tienen sobre los recursos naturales, así como reducir riesgos, identificar ahorros de costes y generar beneficios ambientales y, por ende, sociales.

Se trata de un enfoque vital para avanzar hacia el logro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y el Acuerdo de París sobre cambio climático, que propone una visión integral de nuestra relación con la naturaleza y nos ayuda a sentar los cimientos que garanticen la continuidad de nuestro planeta para que las generaciones venideras puedan seguir disfrutándolo.

Acercar este enfoque a la sociedad española en general y al sector empresarial en particular es el motivo que nos ha llevado a Ecoacsa, la Fundación CONAMA y la Fundación Global Nature a organizar el próximo octubre el primer Natural Capital Summit español. ¿Te interesa conocerlo?

Por David Álvarez, director ejecutivo de Ecoacsa

Deja una respuesta